lunes, 6 de abril de 2020

'La Casa de Papel: Parte 4': La nueva temporada profundiza con hondura dramática en los conflictos emocionales de la banda

¡Mis queridos palomiteros!

El pasado 3 de abril, y desde las 9 horas, viernes de Dolores, Netflix lanzaba en España sus 8 nuevos capítulos de la cuarta temporada de la aclamada serie de televisión, La Casa de Papel. La expectación es tan alta, que los fans de la serie se propusieron una maratón para descubrir las nuevas aventuras de sus personajes favoritos.


En las nuevas andanzas, la banda tiene que enfrentarse a que Nairobi recibiese un disparo, para caer así en la trampa de la inspectora Sierra. Pero todo irá a peor cuando alguno de sus miembros ayuda al guarda de seguridad Gandia a escapar. De hecho él tiene bien claro que quiere acabar con todos ellos.


Por su parte, el Profesor lo está pasando mal por la supuesta muerte de Lisboa, pero intentará con todas sus fuerzas sacar a la banda del Banco de España. Además, poco a poco se desvela el pasado de Berlín con Palermo y los planes para atacar uno de los edificios más importantes del país.


La serie continúa exactamente en el punto en que lo abandonó al final de la tercera temporada. 

Servidor, tras haber visto 3 de las 8 temporadas, puede concluir que la serie ideada por Álex Pina pone todo su talento al servicio de las emociones internas, algunas de gran profundidad dramática, lo cual es muestra suficiente de un muy buen guión que consigue mantener expectante al espectador en este tipo de thriller, muy bien estructurado, dialogado, rodado, dirigido e interpretado, que contiene escenas lapidarias y antológicas.


En esta cuarta temporada se minimiza el hiperrealismo del que disfrutaba la serie en sus partes predecesoras, principalmente en lo concerniente a los episodios violentos. 


Y en su lugar se suple a cambio de situaciones menos rocambolescas, más patriotas -dado que se aprecia y acentúa mucho más el sentimiento de todo lo español, expuesto través de toros o paella, por ejemplo-, que dan paso a un conocimiento más exacto y necesario sobre cada uno de los protagonistas. Particularmente, esta arista es de mis preferidas, pues son las que ayudan a entender mejor los porqués de cada por qué.


Queda, pues, al menos tras haber visto los 3 primeros episodios, una apuesta muy buena sobre el cine de suspense que se filma en España, si bien es cierto que algunas de las escenas gozan de poca verosimilitud, pero que no le quitan un ápice de inteligencia a la sabiduría desarrollada por mantener un producto a un nivel tan alto.



‘Hogar’: Los hermanos Pastor entregan un buen thriller con un impecable Javier Gutiérrez

¡Mis queridos palomiteros! 

Hoy nos vamos a centrar en otra película, también disponible en Netflix. Se trata de Hogar, drama psicológico que analiza, con precisión de bisturí, las filias y las fobias de un ser humano en búsqueda del éxito a cualquier precio, que para él es equivalente a encontrar una felicidad maquillada.


Hogar sigue las andanzas de Javier Muñoz. Es un ejecutivo publicitario con gran talento. Vive en un lujoso apartamento en la mejor zona de Barcelona junto a una esposa que le quiere y a un hijo adolescente al que le hace caso cuando le conviene. Pero se queda en el paro y se pone a buscar trabajo. Entonces comprueba que sus propuestas publicitarias están anticuadas, a tenor de las respuestas que recibe de sus entrevistadores. 

Así las cosas, se ve forzado a trasladarse con su familia a otro piso de su propiedad, aunque de calidad muy inferior y en un barrio mucho más modesto. Y un día descubre, casualmente, que aún tiene un juego de llaves de su antiguo apartamento y decide espiar a los nuevos inquilinos.


Los jóvenes hermanos Alex (39) y David (42) Pastor, expertos cortometrajistas, escriben y dirigen este intenso thriller, tercera incursión en el largometraje tras Infectados (2009) y Los últimos días (2013), que falla en el guión pero que goza de una acertada dirección. 


A Hogar pueden atribuírsele ciertas connotaciones dramáticas y estéticas de las películas Retratos de una obsesión, protagonizada por Robin Williams, y de La vida de nadie, protagonizada por José Coronado. De la primera se deriva el comportamiento sociópata del personaje; y de la segunda su tono cínico y tóxico. Aunque también la película recuerda a El autor, por el carácter manipulador de su protagonista.

Hogar describe con tino la desnaturalización de la personalidad de nuestro protagonista, con tal de conseguir su objetivo, a través de la mentira, la manipulación y el mundo de las apariencias, que consiste en volver a ser el profesional de éxito que fue. 


Y lo va a hacer sin pedir permiso ni perdón a nadie. En este sentido el filme lanza, por un lado, una dura crítica social que reflexiona sobre el materialismo, el hedonismo y el mundo capitalista en el que andamos instalados y, por otro, una mirada al vejatorio comportamiento de una persona, que no busca ambición, sino codicia, porque todo lo que va obteniendo es sólo para ella. 

La dignidad, integridad y la honradez de la persona conviven con facilidad, y a su vez, son elementos muy pervertibles. Además se dan cita en el drama otros comportamientos disonantes como la injusta superioridad del hombre sobre la mujer y, de perfil, el tema del alcoholismo.


Hogar arranca muy bien, están bien definidos el detonante y los giros argumentales, pero el final se precipita y resulta especialmente forzado y previsible. Como hemos dicho antes, el gran fallo de la historia está en el guión, que no cierra las subtramas, entre otras cosas -a pesar de que estructuralmente tiene cuerpo-, y de esta manera, aunque el tempo funcione bien, a medida que transcurre el relato se van quedando en el camino situaciones representativas a las que los hermanos Pastor no les conceden tregua


Y porque parece que, con la idea de centrar el disparo, se dejan de lado situaciones que podrían dar mucho de sí, y que completarían con éxito el filme dado que, como directores, los hermanos Pastor tienen talento.

Ciertamente, el tono de la trama está más que logrado, así como las escenas duras de la película, bien rodadas, y protagonizadas con profesionalidad por un rotundo Javier Gutiérrez, una sobria Ruth Díaz, un correcto Mario Casas y una elegante Bruna Cusí.


Queda, pues, un buen producto sobre el thriller psicológico, que recoge con acierto las patologías del ser humano ante situaciones límite, nunca antes detectadas, pero que no profundiza en el meollo de la trama a causa de un guión ligero, pendiente de narrar los conflictos internos de nuestro protagonista consigo mismo, y dejando fuera otros porqués a medias.  



‘El Hoyo’: ¿Y si Goreng está muerto desde el principio?

¡Mis queridos palomiteros! 

Recientemente, la plataforma de cine Netflix ha estrenado El Hoyo, una suerte de distopía piramidal, con tono de thriller psicológico, que supone el debut en el cine del joven realizador bilbaíno de 46 años, Galder Gaztelu-Urrutia, que ha contado con David Desola y Pedro Rivero para elaborar el guión, y con los muy solventes actores Iván Massagué, Antonia San Juan, Zorion Eguileor, Emilio Buale o Alexandra Masangkay, quienes realizan un trabajo actoral impecable.




La película se ambienta en un futuro indeterminado, donde los prisioneros se alojan en celdas estrechas -modernas en su funcionalidad-, verticales, herméticas, grises y embutidos en atmósferas asfixiantes. Cada uno está allí por motivaciones muy particulares, y su máxima preocupación consiste en comprobar cómo a los presos de las celdas superiores se les alimenta abundantemente, mientras los de abajo mueren de hambre. 

Es decir, que de lo que se trata es de sobrevivir a cualquier precio y donde sólo hay tres tipos de personas: los que están arriba, los que están abajo y los que deciden saltar, incapaces de soportar esa agonía por más tiempo.




Triunfa y convence Galder Gaztelu-Urrutia al filmar con pulso firme una historia muy actual, casi en formato de obra de teatro, que critica con claridad meridiana al sistema capitalista a ultranza en el que nos hayamos instalados, por un lado -sólo gana el más resistente, tanto en el terreno de lo físico como en el terreno de lo mental- y, por otro, realiza un análisis milimétrico sobre el comportamiento humano y de sus limitaciones. Incluso rezuma en la historia un aire de trascendencia y religiosidad, poco apreciable en filmes del género.

Nuestro protagonista es Goreng. Llega hasta esas instalaciones para dejar de fumar, leer El Quijote y salir de allí seis meses después con un diploma oficial. El problema está en que cada 30 días cambia de nivel. Su mentor es Trimagasi.

El Hoyo no es sólo una aliteración de acontecimientos hilados entre sí -aunque no se explica suficientemente cómo llegan de unas a celdas a otras- donde se muestran personajes sin ton ni son, y de los que apenas sabemos nada. Por otro lado, el filme es en ocasiones desagradable en las escenas de lucha, muy crueles y primitivas, cuyo hiperrealismo no ayuda a seguir con comodidad el relato, por no hablar de su humor negro.




Sin embargo, en el segundo acto, la película rebaja el tono y se hace más didáctica. Se empieza a comprender el sentido y la sensibilidad del ser humano en medio del caos y la catástrofe, así como los sabios recursos oníricos empleados para hundir más y mejor el bisturí en el meollo, con el único fin de salvar la vida.

En este sentido, un personaje ha pasado todo el tiempo en ese agujero sin ayuda y no presenta ningún síntoma de enfermedad, ni física ni mental, así como otros han perecido en el envite. Pero necesita que lo rescaten porque por sí solo no es capaz de sobrevivir. O dicho de otro modo: a costa de que el mundo muera, otro puede ser el salvador de todos.

Por cierto, mucho se ha hablado en los últimos días sobre el significado del final de la historia, cuando a menudo los responsables de bastantes películas quieren, conscientemente, que sea el espectador el que complete la película. ¿Es relevante que El Hoyo lo haya planteado? Naturalmente. Lo que sabemos y juzgamos es lo que conocemos, lo que vemos.  

Para empezar, Netflix puede estar planteándose una secuela tras los premios que El Hoyo ya ha recibido. Puede que Goreng esté muerto desde el principio -al estilo de Los otros, de Alejandro Amenábar, o de El sexto sentido, de M. Night Shyamalan-, cuyo mensaje está implícito en el propio libro de El Quijote




Puede que el personaje que asciende desde la plataforma represente el futuro de la sociedad, porque la actual está corrompida. Y, en este sentido, se atisbaría una idea lúcida sobre el progreso de una sociedad libre, esperanzadora y sin prejuicios.

Lo importante es que, con esta película, todos hayamos aprendido algo sobre solidaridad, empatía con el prójimo y bien común. Lo otro es menos relevante.