lunes, 6 de abril de 2020

‘El Hoyo’: ¿Y si Goreng está muerto desde el principio?

¡Mis queridos palomiteros! 

Recientemente, la plataforma de cine Netflix ha estrenado El Hoyo, una suerte de distopía piramidal, con tono de thriller psicológico, que supone el debut en el cine del joven realizador bilbaíno de 46 años, Galder Gaztelu-Urrutia, que ha contado con David Desola y Pedro Rivero para elaborar el guión, y con los muy solventes actores Iván Massagué, Antonia San Juan, Zorion Eguileor, Emilio Buale o Alexandra Masangkay, quienes realizan un trabajo actoral impecable.




La película se ambienta en un futuro indeterminado, donde los prisioneros se alojan en celdas estrechas -modernas en su funcionalidad-, verticales, herméticas, grises y embutidos en atmósferas asfixiantes. Cada uno está allí por motivaciones muy particulares, y su máxima preocupación consiste en comprobar cómo a los presos de las celdas superiores se les alimenta abundantemente, mientras los de abajo mueren de hambre. 

Es decir, que de lo que se trata es de sobrevivir a cualquier precio y donde sólo hay tres tipos de personas: los que están arriba, los que están abajo y los que deciden saltar, incapaces de soportar esa agonía por más tiempo.




Triunfa y convence Galder Gaztelu-Urrutia al filmar con pulso firme una historia muy actual, casi en formato de obra de teatro, que critica con claridad meridiana al sistema capitalista a ultranza en el que nos hayamos instalados, por un lado -sólo gana el más resistente, tanto en el terreno de lo físico como en el terreno de lo mental- y, por otro, realiza un análisis milimétrico sobre el comportamiento humano y de sus limitaciones. Incluso rezuma en la historia un aire de trascendencia y religiosidad, poco apreciable en filmes del género.

Nuestro protagonista es Goreng. Llega hasta esas instalaciones para dejar de fumar, leer El Quijote y salir de allí seis meses después con un diploma oficial. El problema está en que cada 30 días cambia de nivel. Su mentor es Trimagasi.

El Hoyo no es sólo una aliteración de acontecimientos hilados entre sí -aunque no se explica suficientemente cómo llegan de unas a celdas a otras- donde se muestran personajes sin ton ni son, y de los que apenas sabemos nada. Por otro lado, el filme es en ocasiones desagradable en las escenas de lucha, muy crueles y primitivas, cuyo hiperrealismo no ayuda a seguir con comodidad el relato, por no hablar de su humor negro.




Sin embargo, en el segundo acto, la película rebaja el tono y se hace más didáctica. Se empieza a comprender el sentido y la sensibilidad del ser humano en medio del caos y la catástrofe, así como los sabios recursos oníricos empleados para hundir más y mejor el bisturí en el meollo, con el único fin de salvar la vida.

En este sentido, un personaje ha pasado todo el tiempo en ese agujero sin ayuda y no presenta ningún síntoma de enfermedad, ni física ni mental, así como otros han perecido en el envite. Pero necesita que lo rescaten porque por sí solo no es capaz de sobrevivir. O dicho de otro modo: a costa de que el mundo muera, otro puede ser el salvador de todos.

Por cierto, mucho se ha hablado en los últimos días sobre el significado del final de la historia, cuando a menudo los responsables de bastantes películas quieren, conscientemente, que sea el espectador el que complete la película. ¿Es relevante que El Hoyo lo haya planteado? Naturalmente. Lo que sabemos y juzgamos es lo que conocemos, lo que vemos.  

Para empezar, Netflix puede estar planteándose una secuela tras los premios que El Hoyo ya ha recibido. Puede que Goreng esté muerto desde el principio -al estilo de Los otros, de Alejandro Amenábar, o de El sexto sentido, de M. Night Shyamalan-, cuyo mensaje está implícito en el propio libro de El Quijote




Puede que el personaje que asciende desde la plataforma represente el futuro de la sociedad, porque la actual está corrompida. Y, en este sentido, se atisbaría una idea lúcida sobre el progreso de una sociedad libre, esperanzadora y sin prejuicios.

Lo importante es que, con esta película, todos hayamos aprendido algo sobre solidaridad, empatía con el prójimo y bien común. Lo otro es menos relevante.



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