¡Mis queridos palomiteros!
Para no cargar más las tintas con las movidas preadolescentes de los chicos de Crepúsculo -de los que ya hemos informado al respecto- quería centrarme hoy en uno de los acontecimientos literarios e históricos más relevantes de la poesía española y, en concreto, de la astorgana.
El poeta místico español, Leopoldo Panero Torbado
Se trata de otro episodio representativo en la vida del laureado poeta Leopoldo Panero Torbado, cuya vida e historia -alimentada por su esposa y sus tres hijos- llamó la atención de cineastas expertos hasta que la cinematografía patria la filmó brillantemente en tres ocasiones. Primero lo hizo Jaime Chávarri con El desencanto (1976), después Ricardo Franco con Después de tantos años (1994) y Los abanicos de la muerte (2009), de Luis M. Alonso, último trabajo de la saga Panero.
Decía que estamos en época de acontecimientos, celebridades, efemérides, incluso, porque se han cumplido 50 años de la muerte del poeta y resulta que tras diez años de intenso trabajo -en el que ha intervenido el ayuntamiento de Astorga, principalmente- se ha recuperado el esplendor y la lucidez de la casona que Leopoldo Panero tenía en Astorga. ¡Estamos de enhorabuena! Ahora la cultura -con todas sus variantes y matices- volverá a desplegarse por aquellos muros donde, paradójicamente y a partir de ahora "la estancia (ya no estará) vacía".
Además, quisiera recomendar un valioso volumen literario, Jardín Perdido. La aventura vital de los Panero, de Andrés Martínez Oria, que he terminado de saborear recientemente y que recomiendo vivamente a todos aquellos interesados en ponerle apellidos a la historia de España en materia literaria y en fílmica, puesto que sintetiza la vida de la familia Panero al dedillo. No os arrepentiréis del resultado. En este enlace podéis consultar una semblanza del libro bastante afinada.