¡Mis
queridos palomiteros!
Estaba
de vuelta de viaje de las vacaciones cuando la noticia me sorprendió a medias: Carlos Larrañaga había fallecido a los
75 años. Una pérdida irreparable para el teatro y el cine español. Y no quería
perder la ocasión, ahora, de decir algo importante: Yo soy amigo de Carlos
Larrañaga.
Carlos Larrañaga y José Luis Panero
Cuesta
pensar en alguna serie televisiva de éxito sin él, como en Farmacia de guardia, del maestro Antonio Mercero, por ejemplo -con el inevitable e irritable retintiín
con que se dirigía a doña Concha Cuetos
("Lurditas, Lurditas")- o como en algunos de sus otros grandes y
últimos títulos en el cine, no digamos ya en su inmejorable trabajo en Luz de domingo, de José Luis Garci, que le reportó el premio al mejor actor secundario, según los críticos del CEC (Círculo de Escritores Cinematográficos).
Serie de Antena 3, Farmacia de guardia
Y
más allá de los dimes y diretes entre los que se esconde su agitada vida
sentimental, me duele la voz de los petimetres
con corbata que no respetan el duelo
por el muerto, porque aun existiendo -si es que existen- razones para darle
un pellizco a don Carlos, no es de recibo hacerlo con el féretro caliente. No hay que confundir, por cierto, al petimetre
con el hortera, porque el hortera, además de ignorar cómo se hace el nudo
de la corbata, ignora las virtudes del hombre, no del artista, al que yo
conocí.
Luz de domingo (2007)
Apuntaré
que Carlos Larrañaga, además de ser un
buen amigo y un buen tertuliano,
era buen jugador de mus (mi padre
podría aportar más detalles al respecto), además de ser un gran tirador de pichón entre otras cualidades que los petimetres
rechazan porque sí. Generalmente por ideólogos y sectarios.
En la muerte del actor catalán
Querido
Carlos: a pesar de tu inevitable ausencia, seguimos en contacto. ¡Ya nos
veremos! ¡Abrazos!
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